Tito ceta

Nos asomamos a la historia oculta de este afamado político contemporáneo.

Su partida bautismal ardió, junto con todo lo que había en la iglesia parroquial, en el año del movimiento, 1978 (1978 fue el año del movimiento sísmico que hizo caer uno de los cirios de San Pleonasmo, causando y provocando el incendio que quemó la iglesia). Carecemos, por tanto, de información fidedigna sobre su filiación, pero, de fiarnos de la tradición oral de su familia, hemos de admitir que su verdadero nombre fue José Angelino Ruperto Abad Carmelita de todos los Santos del cielo y la tierra Angustioso y Benemérito Mártir y Redentor Patrono de la Panceta.

Con ese nombre, cuando su madre terminaba de llamarlo para que se lavara las manos ya se le había enfriado la cena. Fueron sus hermanos quienes, como suele ocurrir, fueron limándole silabas a su nombre con el uso, y de esta forma pronto paso a ser redentorpatronodelapanceta, luego tralaralaralarápanceta, después parapánpanceta, y finalmente ceta.

Digno de mención es don Eusebio, su profesor de primaria, el único que recordaba su nombre completo y lo recitaba puntilloso cuando ceta hacia alguna travesura. Quizás por esta razón sus compañeros estaban continuamente azuzándole para que inventara una nueva trastada, para después inculparle y, como resultado, asistir al recitativo del nombre por parte de don Eusebio, lo que a efectos prácticos equivalía a fumarse una hora de clase.

Ceta era y ceta se quedó, cosa que no tendría mayor importancia de no ser por el ceceo que padecía desde pequeño, agravado cuando perdió de golpe todos los dientes de leche en una apuesta: tratábase de averiguar cual de los rapaces aguantaba mas pelotazos sin inmutarse y ceta, a falta de ahorros que apostar, se jugó sus dientes como si fueran un pagaré avalado por el ratoncito perez.

Era, pues, inevitable el descojone cuando decía "vamoz a coged cetas" o el conocido matalenguas "el zuizo ze ha zuizidado". Aparte de esto su acomplejamiento infantil se agrava por el hecho de que a la edad de 8 años aún no tenia mote. Y en el barrio de ceta, si no tenías mote, no eras nadie. Todos en su pandilla lo tenían: pepe el UNICEF (un soberbio ejemplar de hitano con el entrecejo lleno de pelo), manolo el TIRILLAS (no precisa mayor explicación), Susana la REPE (a pesar de ser gemela, no era repe de repetida, sino repe de repelente)... todos excepto ceta, que seguía siendo simplemente el ceta, a secas.

Hubo de ganarse su mote a base de echarle inventiva. El más inmediato era ceta EL ZORRO, y para promocionarlo se dedico a marcar a golpe de bolígrafo con una Z a todo bicho viviente, a la vez que decía "Zoy Zeta el Zooorro". La brillante tentativa quedo frustrada cuando la Z con que decoró la carpeta del Unicef obtuvo como respuesta una piña del quince en todos los morros, que arrasó con su ya mermado capital de dientes de leche.

Fueron varios los intentos sucesivos de motes: “cetapeta”, descartado por motivos políticos, “cetaceo”, mote inspirado por los documentales de la 2 que hubo de abandonar porque ya estaba pillado por su primo Ernesto, un especimen que a sus tiernos doce años pesaba 110 kilos en canal… ninguno habría de tener éxito.

La solución definitiva, su pasaporte de ciudadano de primera entre los golfillos del barrio, llegó por casualidad, como suelen ocurrir estas cosas: su hermana, chica precoz donde las haya, se quedó embarazada como resultado de ciertas maniobras en la ultima fila del cine de verano, y él pasó de repente a ser futuro tito, el tito ceta.

Porque no es lo mismo ser el tío, que ser el tito, que ser el tite. Y ceta fue lo que tenia que ser: el tito ceta.

Es imposible analizar la trayectoria política posterior del tito ceta sin tener en cuenta estos hechos fundamentales que marcaron la niñez de un personaje único, un líder cuya voluntad se ha forjado entre los arrabales del suburbio y le ha proyectado a puestos de la más alta responsabilidad hasta alcanzar la mayoría absoluta en su carrera en pro de la presidencia del partido cetista, del que es el primer (y único) afiliado.

Su carisma y, sobre todo, su capacidad para mover las masas le han llevado a triunfar en su entorno: nadie mueve las masas como él en la panadería donde trabaja.

Estos y otros avatares forman parte de la historia más intima y personal del hombre revelación del espectro político nacional, como a él mismo le gusta llamarse cuando esta a solas y no mira nadie.

Citamos, por último, el epitafio que dejó encargado al cobrador del Ocaso para cuando fuera de necesidad:

"ce nota, ce ciente, er tito e’pesidente."

1 comentario:

  1. Menudo descojone xDDD

    Sobretodo con esto:

    Es imposible analizar la trayectoria política posterior del tito ceta sin tener en cuenta estos hechos fundamentales que marcaron la niñez de un personaje único, un líder cuya voluntad se ha forjado entre los arrabales del suburbio y le ha proyectado a puestos de la más alta responsabilidad hasta alcanzar la mayoría absoluta en su carrera en pro de la presidencia del partido cetista, del que es el primer (y único) afiliado.

    Su carisma y, sobre todo, su capacidad para mover las masas le han llevado a triunfar en su entorno: nadie mueve las masas como él en la panadería donde trabaja.

    xDDDDDDDDD

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