Eneritz

La mujer que maravilló a la ciencia moderna.

Todavia resuenan entre las paredes del despacho principal de aquel instituto de enseñanza media los ecos de un grito extraño, agonico, desgarrador y desesperado, de labios del atónito directo que presenció la mas increible transformación que jamas nadie pudo contemplar. Aunque no todos los expertos en la materia se ponen de acuerdo al respecto, una mayoria razonable de ellos coinciden en que la interjección que pudo oir todo el institutofué, más o menos: "sera jopuuuta??".

Todo comenzó catorce años antes. Eneritz, una preciosa niña de dos años, es mordida por su gato Arzallú en el transcurso de un juego inofensivo. Nada hubiera ocurrido si en aquel mismo punto del espacio-tiempo no se hubiera producido la fusión del reactor principal de la central nuclear de Chernobil. Aquella casualidad tendría efectos dramáticos, pero ni la niña, ni por supuesto el gato, dijeron nunca nada al respecto, pese a que poco despues empezaron a manifestarse ciertos cambios en el comportamiento de ambos.

Arzallú se radicalizó aun mas en su defensa del cesto donde dormía, y pronto se entregó a un ritual que consistía en marcar con orina en un circulo de 1 metro de radio alrededor de su cubículo. Aquel extraño comportamiento revelaba, sin lugar a dudas, su intención de reclamar la independencia de su rincón en el salón comedor, hecho que acompañó con un boicot a las buenas relaciones que habia mantenido, hasta entonces, con el resto de los que vivian en la casa. Aquel gato, antaño afable y bonachón, se había convertido en una especie de Garfield con ideologia radical.

Eneritz, por su parte, empezó a ser consciente de ciertos signos anómalos. Primero fueron las uñas: mientras se las estaba pintando con el kit de manicura de la Barbie Abertzale, una de ellas se retrajo de forma involuntaria. Asombrada, trató de concentrarse para conseguir dominar sus uñas retractiles. Se concentró, se concentró profundamente pero lo unico que consiguió fué que se le escapara un pedo mochilero (de esos que forman bolsa en la espalda), hecho que obligo a desalojar el cuarto de juegos durante dos horas.

Más tarde pudo, por fín, dominar sus uñas, y estas se convirtieron en el instrumento de su dominio de la situación en la guarderia, como pudieron comprobar los padres de los otros niños que, dia si dia tambien, se preguntaban al recogerlos si les habian dejado realmente en una guarderia o en la jaula de los leones del zoo de la ciudad.

Tres o cuatro años despues Eneritz experimentó un nuevo sobresalto. La niña habia salido un poquito velluda, la verdad, pero nadie se explica como tardó mas de cuatro años en darse cuenta de que tenía cola. Cola de verdad, no ese recuerdo ancestral en forma de bultito que tenemos al final de la columna vertebral*, sino toda una señora cola.

El caso es que Eneritz se quitó un dia los pantalones del pijama, vio aquella extremidad cubierta de pelo y, tras un rapido analisis de la situacion, exclamo inteligentemente: "Ahivá laostia". Pero aunque era de Bilbo, no era del mismo centro de Bilbo, así que al cabo de un rato razonó y empezó a asumir su nueva realidad: "Uñas retráctiles, cola, no es carnaval... hmmm... aqui pasa algo raro".

Poco a poco fue acumulando experiencias de nuevas sensaciones extrañas. Un dia, por ejemplo, sintió de alguna forma que su amiga Leire la estaba pelando viva. Fué muy extraño, pues la conversación tenia lugar dos filas mas atras, pero ella, sin girar siquiera la cabeza, pudo captar sus palabras claramente: "... si, y se cree la muy tonta que no nos hemos dado cuenta de que se rellena el sujetador con papel higienico... ". La conclusion, aparte de ponerle la cara como un cromo a la presunta amiga, fue que se dió cuenta de que podia mover sus orejas de forma que captaba sonidos con una increible facilidad.

De hecho, sus orejas se volvieron algo picudas, lo que le confirió un aire un tanto friqui que ella trató de disimular depilandose las cejas a lo Ibarretxe y vistiendo habitualmente pijamas azules de cuello a la caja. No es de extrañar que sus compañeros la apodaran la spock.

Otro dia descubrió que podía ver en la oscuridad. Aquella noche se había acostado omitiendo su la visita de rigor al mingitorio, asi que pasadas unas horas y un par de sueños agitados con Brad Pitt de protagonista, eneritz se estaba, literalmente, meando. Se levantó como pudo de la cama, fué al aseo y volvió sin novedad, pero en ese momento observó como su hermano mayor se agitaba con convulsiones ritmicas de velocidad creciente en la litera de arriba: Angelina Jolie, enterada de lo de Brad, se estaba vengando con un cameo en los sueños eroticos de aquel chaval.

Fue entonces cuando se dió cuenta de que veia todo aquello sin necesidad de encender la luz, así que se dirigió al interruptor y lo encendió de repente para comprobar si aquello era cierto, produciendo efectos devastadores: Ella quedo encandilada de forma que no volvio a ver nada hasta pasadas unas horas, su hermano suspendió de golpe las convulsiones para mejor ocasión al tiempo que maldecia en arameo a la culpable de fastidiar tan sublime escena, y la Jolie se dedico a despellejar vivo al Pitt, que se habia quedado alli rezagado, llamandole de todo menos bonito.

Eneritz pudo siempre mantener estas transformaciones en el mas absoluto de los secretos, pues ni siquiera Arzallú le inspiraba ya confianza. De hecho, sospechaba que el pobre animal padecia demencia felina, pues se había empeñado en incorporar a sus posesiones el cajon de arana y el tronco donde se afilaba las uñas.

Pudo, hasta el dia del examen final de literatura. Se ve que la chica no habia estudiado lo suficiente, o quizas que andaba de amoríos y lances varios, pero el caso es que cuando vió el cuestionario del examen supo, como sabe uno las cosas cuando uno sabe que sabe las cosas, que le iban a cascar un cero como la bandera de Japón.

Aunque no era, como ya hemos dicho, del mismo centro de Bilbo, se le puso una mala hostia de estas que traspasaba con la mirada. Y entonces, inexplicablemente, se le erizó el lomo como si se tratara de un pez globo, sacó las uñas, tensó su cuerpo felino y se dirigió amenazadora a doña Virtudes, que vigilaba el examen mirando sobre la montura de sus gafas:

-Seño, que si puedo ir al baño.

-Ve, pero deja aqui esos apuntes.

Descubierta, perdida y acosada, empezó a bufar y a mirar a los compañeros de tal manera que algunos incluso dejaron caer cambiazos y chuletas acongojados como estaba por aquella dificil situación. Pronto toda la clase estaba en pié, las chicas subidas en las mesas, los chicos escondidos tras las sillas, mientras aquella fuerza de la naturaleza amenazaba con formar alli una carnicería.

Finalmente la hinchazón de la espalda reveló su autentica naturaleza y los que allí estaban huyeron despavoridos del tufo inhumano que se adueño de todo ese ala del instituto.

Doña Virtudes, incolume incluso en aquella atmosfera infernal, se dirigió a la fiera en estos terminos:

-Eneritz, vas al director.

Y he aqui que llegada al despacho, se presenta a don Anselmo con las orejas de punta, la mirada intensa, las uñas como una actriz porno, el vello erizado como una... no, claro, que van depiladas, en fin, hecha toda una fiera, y el director la interpela:

-Melendez, otra vez por aqui... Melendez, Melendez. ¿Que ha sido esta vez? ¿Pelea? ¿Te han pillado copiando? ¿Has vuelto a esconder el desfibrilador?

-No, director, doña Virtudes, que me tiene mania.

-Melendez, pero, esas orejas, ese pelo, esos ojos... ¿tu has visto en lo que te estas transformando?.

-Y eso no es nada, don Anselmo, observe esto:

Y en ese preciso momento se produjo la culminación de la metamorfosis de aquella chica, un proceso que se inicio con aquel mordisco de Arzallú en el mismo momento que chernobil se iba al carajo, y que tras largos años de incubación terminó con el surgimiento de un fenomeno espectacular.

Ante los ojos del director, aquellos pelos se transformaron en rastas, las uñas se llenaron de mugre, la cara de friqui se contrajo en una mueca horrible, y lo que hasta entonces habia sido Eneritz Melendez, se revelo, y aquellas letras, revueltas poco a poco cobraron un nuevo sentido en la mente del director: Eneriz Melendez... Melendeneritz...

Y entonces y solo entonces supo la verdad y dijo: "Sera joputaaaa??".

Porque tenia alli, delante suyo, al Melendi, el terror de la aviacion civil.

Su epitafio, del melendi: "Mira, al final termine en una caja negra".

*N. del T.:Hemos comprobado que nueve de cada diez personas que leen esta frase terminan tocandose, inconscientemente, el culo.

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