Nowomowa

La de Nowomowa es una historia especial y diferente, digna de ser escrita, y posiblemente de ser leída. Nowomowa es un hombre atrapado en un cuerpo que no le correspondia. No, no se trata de una cuestion de género; eso hoy en dia no es un hecho extraordinario sino algo que se arregla con un tijeretazo y un par de tubos de silicona. Chapa y pintura.

Seguidamente veremos como el mundo se asombró al descubrir que la graciosa e inofensiva apariencia de un siames de rabo corto era el continente exterior de una personalidad humana totalmente desarrollada: Nowomowa. Pero no avancemos mas, porque toda historia tiene un principio...


Verano de 1975. Nuestro protagonista viene al mundo ocupando el cuarto lugar, por orden de salida, de una camada de seis preciosos felinos. Su madre, una siamesa que vivia en acogida en el hogar de una familia de clase media, tuvo la desgracia de irse de farra con un gato atigrado que, dias mas tarde, no quiso saber nada mas de ella.

En aquellos primeros dias oscuros y calidos, recogidos cariñosamente por su madre, sus hermanos, a los que denominaremos por su numero, empezaron a tratarle cierto recelo: aunque no veian un pijo, algo se olian...

Gato 2: Miau. (Fijate el 4 como mama. Sera joputa... deja algo para los demas)
Gato 5: Miau. (Se pasa el dia enganchado mamando el muy abuson).
Gato 1: Miau. (Y ademas siempre se coge la segunda tetilla de la izquierda, justo la que yo me habia pedido).
Gato 4: Miau. (Anda y sus jodeis, mamones).
Gato 3: Miau. (Mami, mami, el 4 se esta metiendo con nosotros).
Gata: Miau. (Como me pongais de mala leche, os vais a tirar una semana a base de yogur)

Dias mas tarde Gato 4 abrió por fin sus ojos y pudo ver la luz por primera vez en su vida. El panorama era alucinante: Estaban en un recipiente que poco a poco fue reconociendo como una cómoda cestita, sobre la que había un papel en el que pudo reconocer la siguiente frase:

"SE REGALAN GATOS".

En ese momento Gato 4 adquirió conciencia de si mismo y de su extraña condicion. Pensó: Joder, ¿como es que se leer? ¿Y como es que me doy cuenta de que se leer? ¿Y como coño se lo que es leer, si soy un puto gato? ¿Y, sobre todo, quien me esta pisando el rabo?

Estando en estas trascendentales disquisiciones, sintió de pronto un pellizco en la piel de la nuca (y decian que esto no dolia...) y de pronto vió alejarse a sus hermanos, para siempre, mientras se elevaba hasta llegar al regazo de una pecosa niña pelirroja con uniforme de colegio de pago.

-Niña: Mami, quiero este, el del rabo corto... mira que gracioso... ¿a que nos lo podemos llevar a casa?

Como somos conscientes, querido lector, de que conoces el tremendo poder de las lagrimas de una niña caprichosa, nos ahorramos la discusión subsiguiente, cuyo resultado inevitable fué que el gato aquella noche durmió en una cesta en casa de la niña.

Mientras, las preguntas se agolpaban dentro de su cabeza felina: ¿Quien soy? ¿Y que hago en este cuerpo? ¿Será verdad lo de las siete vidas? ¿A que sabe el Whiskas?. Por mas que hizo conjeturas no llegó a encontrarle sentido alguno a aquella situación. Así que intento comunicarse:

-Gato 4: Miau. (Eh, oigan, aunque no lo parezca soy un tio, una persona... creanme...)
-Gato 4: Miau. (Tú, niña, deja de acariciarme el lomo, que me jode eso. Que soy un tio, coño, ¿es que no te das cuenta?)
-Gato 4: Miau. (Mira, niñata, ¿que no te lo crees o que? Que aqui dentro hay inteligencia humana. Si, hu-ma-na. Mira, como en Contact, voy a hacer los numeros primos con golpes de patita... cuenta, coño... mira, el dos... el tres... el cinco...)
-Niña: Mami, mami, el gatito no para de maullar y esta haciendo cosas raras con las patas.
-Madre: Va a ser que tiene hambre. Ponle un plato con leche.

Aquel gatito iba a convertirse en un nuevo miembro de la familia, así que habia que ponerle nombre. Tras arduo debate, las propuestas finalistas eran: de la madre, "Loewe"; del padre, "Garzon"; del hermano mayor, "Peta"; de la niña, "Nobita". La decisión final llego a un camino sin salida: ninguno de ellos queria renunciar a sus pretensiones. No habia alianza posible. Cuando parecia que nada podia romper aquel estancamiento, quiso la casualidad que a Gato 4 le vinieran unas repentinas ganas de potar una bola de pelo.

De repente, se quedaron todos mirandole mientras se le arqueaba el lomo y finalmente, con mucho esfuerzo, logró sacarse aquello del esófago haciendo un ruido de regurgitación que todos, al unisono, imitaron como si se tratara de una inspiración sublime: "Nowomowa".

Desde aquel momento Gato4 pasó a llamarse Nowomowa.

Aquel hecho marcó un hito importante en la vida de Nowomowa; por una parte, tener un nombre le convertia en animal de compañia de pleno derecho en aquella casa, por otra, tuvo que desistir en el futuro de la comunicación verbal con los humanos: ya le habia costado cargar con aquel nombre toda su vida (el definitivamente hubiera optado por "Loewe").

Pero su condición le impelía a intentar comunicarse con otros humanos, poder revelarles que era un hombre atrapado en aquel cuerpecillo y que necesitaba salir de alli, hablar, sentirse persona, respirar, vivir y, sobre todo, mear de pié. ¡Cómo echaba de menos mear de pié!

Primero lo intentó con el padre. Como era el encargado de cambiarle el cajón, se dedicó a escribirle mensajes en la arena; primero puramente informativos: "no soy un gato", "puedo pensar" o "3,1415926", tratando de que se percatara de su inteligencia; pero despues, ante la falta de respuesta, subió el tono de los mensajes con cosas como "o me haces caso o me cago fuera" o "igual eres tan idiota que no sabes ni leer"...

El unico resultado tangible fúé que el hermano mayor estuvo un mes sin jugar a la videoconsola: Su padre había sacado la conclusión logica de que el jovenzuelo le estaba tomando el pelo escribiendo gilipolleces en el cajon de arena.

El segundo intento fué fruto de la casualidad, y tuvo como objetivo a la madre. Ocurrió una tarde cuando ella contemplaba absorta a Nowomowa jugando con un ovillo de lana (Cuando se esta atrapado en el cuerpo de un gatito es inevitable sentirse atraido por ese tipo de cosas); eran tan escasos los momentos en que alguien le dedicaba algo de atención que Nowomowa pensó que tenía ante el una oportunidad única que no podía dejar escapar. Pensó rapidamente cómo sorprenderla, y pronto se decidió: Utilizando sus afiladas uñas se entregó pacientemente a la labor de confeccionar un pequeño jersey de lana con aquel ovillo, cosa que pudo terminar en doce minutos ante los ojos de la madre que le miraba atónita y sin poder siquiera parpadear.

Cuando terminó, satisfecho, seguro de haber hecho algo materialmente imposible para un inocente gatito, algo que sería seguramente la prueba incontestable de sus dotes humanas, se puso a gritar de satisfaccion.

-Nowomowa: Miau. (Mira, idiota, mira lo que he hecho, con mis propias manitas...)
-Nowomowa: Miau. (¿Qué, te crees todavía que soy un simple gato, o no?)
-Madre: Niña, el gato no para de maullar. Ven a ver que le pasa, que yo no llevo las lentillas puestas ...
(aparece la niña en la cocina)
-Niña: Nada, mami, no le pasa nada. Esta ahí tranquilo jugando con el jersey del Geyperman.
-Nowomowa: Miau. (Hay que joderse)

El tercer intento fué causado por la desesperación. Aquella vida de gato le resultaba totalmente frustrante a Nowomowa, y solo pensar que cuando muriera aún le quedarían otras seis lo volvia realmente loco.

Pasaba los dias en vela y las noches persiguiendo a las gatas por los tejados con toda naturalidad, consciente de que con aquella apariencia nadie podría acusarle de zoofilia. Era presa de tal inquietud que no paraba ni un solo momento. Pero en sus constantes idas y venidas nunca habia reparado en la pequeña biblioteca de la casa, hasta un dia en que un escurridizo ovillo de lana vino a parar justo debajo de aquellas estanterias.

Se puso a consultar los titulos con curiosidad y comprobó, con desencanto, que no habia mas que pequeñas enciclopedias de cocina o de bricolage, una coleccion de unos sesenta libros encuadernados en simil piel con los titulos en letra dorada de los que solo les habian quitado el plastico al Decameron y al Kamasutra, y una variada muestra de lo peorcito que se vendia en las gasolineras y mercadillos. Pero un voluminoso ejemplar cautivó repentinamente su atencion: "Hágase ventrilocuo en 21 dias".

Se alzó como pudo e hizo caer ese libro al suelo; comenzó a pasar las paginas primero con interés, luego con sorpresa y finalmente con determinacion: Aquel era el medio definitivo para poder comunicarse con los humanos.

(continuará...)

Bones

Atendiendo a un nuevo encargo, les presentamos la intrigante historia oculta de Bones, el famoso Traumatólogo.

Los terminos de referencia "Curva, mp3, reloj, sentidos, altavoz." definen con toda precision lo primero que se le pasó por la cabeza a Bones al cumplimentar la solicitud. Las palabras han sido debidamente escondidas en el texto para atender al esfuerzo del solicitante.

Y como quiera que la solicitud no vino acompañada de cincojotas, ron añejo o cualquier otro argumento de presion convincente, optamos por una biografia alternativa de perfil bajo. Lástima de crisis, con lo bien que nos podria haber quedado....

en fin...

La intrigante historia oculta de Bones, el famoso traumatólogo.

Nace Bones una mañana de una estacion del año en algún lugar de algún pais (las biografias de perfil bajo no dan para localizar exteriores). Ya lo tenemos en el mundo. Bien. Démosle forma.

Sus padres dudaban entre llamarle Argimiro (como su padre), Artura (como su abuela) o Anaximandro (primer nombre en página al azar de libro de física de COU), pero tras pensarlo un poco y fumarse una mata de romero envuelta en papel de estraza, finalmente optaron por llamarle Armando. Armando, nombre sonoro, masculino, evocador y valido para choteos ("Armando, que es gerundio"). Y se quedaron tan a gusto.

Esa decisión caprichosa vino a marcar definitivamente su vocación profesional, su vida, y las portadas de sus libros de texto. Lo veremos en el siguiente párrafo.

Porque, volviendo a lo que deciamos en el párrafo anterior, ¿que otro porvenir puede tener un niño llamado Armando Huesos, que ser traumatólogo?. ¿En que se vieron esos padres para no darse cuenta de que ese nombre unido a ese apellido suponia una condena a la facultad de medicina?. No, el romero no es excusa, ni aunque estuviera en mal estado. Eso es putear a una criatura.

Omitimos, pues, en esta historia, largos años escolares de capones, choteos y gracietas con el dichoso nombrecito. Omitidos están. Saltamos directamente a su primer dia en la facultad de medicina de la capital mas proxima a algún lugar de algún pais.

Armando, pelo cortado a cepillo (de dientes), gafas culobotella, metro ochenta y largo, delgado como una compresa de ultima generación, careto parcheado con acné en fase tardía, Armando destartalado y patoso, despistado. Armando. Desde el mismo momento que entró en aquel aula enorme se convirtió en el punto al que miraban los doscientos puntuales que ya estaban alli, especialmente los repetidores de las tres ultimas filas. Por si eso no era suficiente, cuando tuvo valor de dar el primer paso y encaminarse al unico asiento libre de la primera fila, se hizo un repentino silencio sepulcral en la clase, y en esto resonó firme y atronadora la voz del catedrático diciendo:

-Usted, el que ha entrado el último, haga el favor de cerrar esa puerta.

Es increíble la cantidad de cosas que pueden ocurrir en un segundo: Armando se hace cargo de la situación, se gira con mas impetu de lo recomendable y de pronto empiezan a rodar por el suelo todas las cosas que llevaba bajo el brazo: carpeta a estrenar comprada en un chino la tarde anterior, reproductor mp3 mangado en el corteinglés por el procedimiento de "si pita en la puerta procura correr más que el segurata", carpeta que usaba en COU cargada de folios en blanco, esos mismos 100 folios de 70 gramos volando en todas direcciones y sentidos, estuche regalo de exnovieta friqui que cae al suelo, se abre, y vomita lapiz faber castell, bic azul con el capuchón mordisqueado, bic de cuatro colores pero el negro no pinta, tres rotuladores carioca tambien del chino, goma de borrar, mechero clipper sin piedra (la muerte de los recargables), clinex semi nuevo (pocas estalactitas), preservativo por si acaso este año toca, trapillo limpiagafas repleto de muestras de ADN bucal, figurilla de doraemon de utilidad dudosa o nula, pero como venia de gratis en bolsa de matutano no iba a tirarla, china comprada tambien a un chino con fines exclusivamente terapéuticos y un sinfin de otros objetos que quedaron desparramados a su alrededor formando circulos concéntricos en torno a esa personita que se acababa de convertir, de repente, en el epicentro de la estupidez humana.

-Vaya, afirmo el catedrático, esta promoción andábamos cortos de payasos. Háganos saber a la clase y a mi su nombre artístico.

-¿yo? ¿el mio? A..a... Armando huesos.

En el silencio apenas roto por el tictac del reloj de la pared, todo la clase pudo percibir como la mente del catedrático formaba lenta y cadenciosamente las palabras que componían la socorrida letania que le habia permitido mantenerse inalterable incluso cuando aquel bedel se bebió en el laboratorio una muestra de orina:

Diez. Nueve. Ocho. Siete. Seis. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno. Cero.

En aquel preciso momento estaba creciendo un quasar a millones de años luz de la tierra. Habia una pareja de indigenas peleandose por un coco en Guinea-Papúa. En un avion que despegaba de Copenague a una azafata se le escapaba un pedo mientras hacia la demostracion del chaleco salvavidas. El indice Dow Jones superaba el cero por primera vez en la sesión.

Y un catedratico de Anatomia Humana prorrumpia en violentas e inevitables carcajadas como si fuera el altavoz de un puesto de feria, arrastrando en su paroxismo a doscientos cuarenta y tres alumnos de primero de medicina que llegaron a tal extasis descojonatorio que se llegó a decir que justo en aquel momento se inventó el decibelio. Una mierda para Alexander Graham Bell. Fué Bones el verdadero descubridor del decibelio.

Hubieron de pasar varias convocatorias hasta que sus compañeros bajaran el cachondeito a costa de su monbre a un nivel, digamos, por debajo del 3 en la escala Richter. Pero nada hay que el tiempo no cure, y un par de años más tarde Armando ya habia aprendido a convivir con su sanbenito.

Más o menos por esas fechas desembarcó en la facultad un nuevo cargamento de orgasmus, compuesto mayormente de jovenes britanicas que solicitaban plaza en aquella facultad para ampliar sus conocimientos de medicina, mayormente de anatomia del varón latino.

Callista Jones era una de aquellas chicas, una aventajada estudiante de Glasgow que, curiosamente, quería especializarse en podología. Callista, despues de algunos traspiés emocionales en su tierra, venía decidida a resarcirse de su mala pata. Y vino a tropezar con Armando, cosa que ocurrió en una de las curvas del pasillo de los aseos.

Otros personajes, misma escena: folios volando, pertenencias desparramadas... pero esta vez aparecen en el suelo nuevos elementos: barra de labios, medias de respuesto y todo el resto del contenido del bolso de Callista, que venia a ser tan destartalada como nuestro Armando. El reparto de pertencias fue arduo y tedioso, pues hasta que ambos encontraron sus respectivas gafotas aquello estaba mas atascado que un ciego jugando al pictionary.

Y allí nació el amor. La posterior relación fue intensa, apasionada y tortuosa. Los dos compartian un curriculum de lo mas desalentador: no se habian comido una rosca en varios años. Asi que se instalaron en una convivencia de lo mas friqui mientras poco a poco rompian barreras y avanzaban en pos de un ansiado, aunque temido, encuentro sexual. Tras incontables tardes de cine, visitas al zoo, intercambios de mensajes, quedadas, miraditas y otras tonterias al uso, el encuentro se materializó cuando un dia, por fin, se dedicieron a dejarse de tonterias e ir al grano.

El desalojó como pudo a sus compañeros de piso y preparó el ambiente para seducir a Callista. Ella apareció poco despues, temerosa, aunque decidida, y tras no pocas dudas al final consiguieron su mas deseado y ardiente propósito: se echaron un Risk.

Armando jamás olvidaria aquel instante de climax en que saco dos seises y le conquistó Yakutia a Callista.

Poco más dió de si aquella relación, salvo el hecho de que durante las escaramuzas Callista tuvo la inspirada idea de traducirle el nombre a Armando, que se sintió feliz y aliviado con los recien impuestos galicismos y se encargó de que todos, catedráticos inclusive, le conocieran a partir de entonces como Bones, James* Bones.

Finalmente Bones, simplemente Bones, consiguió terminar su carrera y se hizo traumatólogo, escpecialidad que no llegó a ejercer jamás pues el mismo dia que iba a empezar el MIR se dió cuenta de que no soportaba el olor a hospital que dan todos los hospitales.

Pero tantos años de estudio no iban a caer en saco roto. Gracias a los conocimientos adquiridos, poco tiempo después Bones ideó un ingenioso y revolucionario diseño que arrasó en el mercado de la moda invernal: consiguió integrar una protesis de cabeza de fémur en el mango de un paraguas, el germen del hoy por todos conocido paraguas Bones.

No se puede decir que nadara en la opulencia, porque era bastante torpon en el agua, pero si que gano una inmensa fortuna que le permitió llevar una vida tan lujosa que incluia los servicios de su propia y exclusiva callista.

Su historia termina como todas: cuando nos aburrimos de los personajes, les colgamos un epitafio y a otra cosa. En este caso, el epitafio es el propio eslogan de su producto estrella: "paraguas bones, el mejor pa los chaparrones".


*La tal Callista era mucho mejor podóloga que traductora.

Nexus 6

Ni la homosexualidad, ni la sodomía, ni tan siquiera el onanismo fueron en absoluto la causa principal de su precipitada salida del seminario, entre otras cosas porque no era muy dado a esas practicas (cosa que si ocurria con sus compañeros soplanucas y muerdealmohadas, pero esa historia debe ser contada en otra parte). No. Fue algo mucho peor: Nexu6 era un replicante.

Y es que el niño salió bastante contestón. Se cuenta que un dia le pregunto su madre si quería que le friera un huevo, y él, a sus tiernos cuatro años, le contestó: ¿te aso yo una teta?. Porque el joven Nexusito no podia mantener la boca cerrada. "Ve tú", "Porque no me da la gana" o "eso tu y tu padre" eran sus frases favoritas. Eso y poco mas, porque tenia menos vocabulario que picachu. Pero replicaba a cualquier cosa que se le decia, y, claro, eso le convertia en un perfecto replicante.

Raro parece, entonces, que alguien con tan mal caracter desarrollara una vocacion religiosa. De hecho no la tenia. Dificil de entender pues su deseo de ir al seminario, a no ser por la explicación que daría años mas tarde el páter Aniceto, cura parroco de Lapiara de la Sierra, la aldea donde nació y se crió nuestro personaje de hoy.

Según el pater de Lapiara, tapa negra, Nesuxin encontró en la iglesia aquello que no habia podido descubrir en ningun otro lugar: la manera definitiva de decir la ultima palabra. Nuestro joven replicante, obligado a ir a un bautizo, observo atónito el poder de la palabra "amen", despues de la cual todo quisqui se quedaba irremisiblemente callado. Esa dichosa palabra era la piedra filosofal del replicante.

En aquel mismo instante tomo la decisión de hacerse con el poder que residía tras aquella mágica combinación de cuatro letras, y fue su tenacidad la que poco despues, pese a la oposición de sus padres (debidamente combatida con réplicas que por decoro no nos atrevemos a reproducir aqui), condujo finalmente sus pasos al seminario provincial.

Y allí se encontró con un ambiente donde prevalecía la sumision y el acatamiento de la ley divina sobre todo lo demas: la asfixia para un replicante como él. Tras múltiples contestaciones y réplicas fué llamado a la presencia de el padre Lucas, quien le dijo lo que quería, pues, segun le dijo, "el prior de la orden leonardiana, dice lo que le da la gana", a lo que se enfrento nexus6 contestando que, "en su calidad de nuevo, diría lo que le saliera de los huevos". Fue condenado a tres meses de voto de silencio en tercer grado, pudiendo expresar solo dos palabras al mes.

Las dos palabras del primer mes fueron: "cama dura". Las del segundo mes "comida mala". Y las del tercer mes "Me voy", a lo que respondió el prior: "lógico, no haces otra cosa que protestar". A lo que respondió a su vez nexus: "pues me haré protestante". A lo que volvió a responder el prior "pues ve con Dios, hijo mio", a lo que respondio nexus "usted no es mi padre, padre, ni yo he de beber agua hasta mediodia", "Adios pues y que te zurzan", "Amen", "ahi te quedas", "si, ¿y que?", "que me olvides", etc., y asi pudieron estar un par de horas, tratando los dos de decir la ultima palabra, hasta que por fin el prior cedió, y nexus se salió con la suya diciendole, ya fuera del seminario con la cabeza asomada por encima del muro: "hasta luego, Lucas".

Nexus6 fue entonces de orden en orden, de confesion en confesion, de convento en convento, parando de vez en cuando a echar una meadita, sin encontrar consuelo para su ansia irrefrenable de escuchar unicamente el eco de sus ultimas palabras. Finalmente se hizo agnostico, y fue cuando pronúnció aquella frase que se convertiria en su leit motiv: "despues de mí no habla ni Dios".

No habia salido aún de esta cuando recibió el telegrama que le anunciaba su inmediata incorporación a filas. Pensó, quizas por primera vez en su vida (se cuenta que a los 18 tenia aun el cerebro en garantia), que el ejercito sería una buena alternativa. Y alli vio la luz.

En el cuartel le recibieron como se recibía a los reclutas: cuatro gritos y a hacer que parezca que se hace algo. Lo normal. Pero aquellos gritos iban terminados de la palabra "Arrrrrn". Nexus lo percibió al instante, y deseó encontrarse en ese sublime estado de gracia que te concede el privilegio de decirle "Descanseeeeeeeen... Arrr" a un puñado de gilipollas que al oirlo van, descansan y no dicen nada. Sobre todo eso, no dicen nada. Fue entonces, efectivamente, cuando vio la luz.

Luz Enriquez era la hija del cantinero, una hembra de armas tomar que llevaba tieso a medio campamento (al otro medio ya se lo habia cepillado). Nexus6 la vio con su delantal y se quedo prendado de ella. Hubiera hecho cualquier cosa por ella, incluso dejarla decir la última palabra. Pero no iba a tener muchas oportunidades de conquistarla: su primera contestación a un sargento, a los cinco minutos de estar en el cuartel, lo llevo a la prevención.

Aquel calabozo fue su casa durante un par de años, de la que solo saldría en contadas ocasiones, y solo el tiempo suficiente para contestarle a algun cabo "Firmes tu padre, capullo", lo que le conducia directamente a su encierro. Alli no vio a la Luz, aunque se la imaginaba con su delantal, solo con su delantal porque para ahorrar gastos no le imaginaba el resto de la ropa.

Salió, finalmente, porque tenían que hacer una reforma en los calabozos y no sabian donde meterle, asi que hicieron lo que hace el ejercito con las personas que no sirven para soldados: le ascendieron a cabo. Podria, por fin, decir "Arrr" con fundamento, así que cuando recibió el nombramiento salió corriendo con los oidos tapados y tratando de no encontrarse con ningun oficial (lo que le conduciría, seguramente, de vuelta al calabozo, aunque no estuviera ni enfoscado). Tenia un objetivo, un sueño que cumplir: pronunciar una orden, decir la palabra magica y no oir nada más. Solo el eco silencioso de su ultima palabra. Era su misión, su sueño, su único anhelo. Cosas de replicantes.

Por fín dió con la circunastancia soñada, el momento de su realización total. Así que se enfrento a su destino y pronunció la frase que habia mascullado en el silencio de su encierro durante años: "Señorita Luz: Bajese las bragas... arrr".

Pese al paso de los años, todavia le duele la ostia que le metió la Luz, que era de armas tomar, no lo olvidemos, al oir aquella orden tan descarada. Y todavia resuenan el eco de los impromperios que le dedico a él y cinco generaciones de sus antecesores por suponer, siquiera suponer, que ella iba a obedecer a una orden tan indecente.

Y todavía recuerda como vió la luz realmente en aquel preciso momento, cuando la Luz por fin se vino abajo y le dijo: si no me fueras tan garrullillo y pidieras las cosas de por favor. Si, esas eran las palabras magicas: "por favor". Atónito aún, se enfrentó a la realidad del nuevo descubrimiento y le dijo: "señorita Luz, me la chupe... por favó". Y ella tragó, y chupó (no en ese orden).

Y en ese mágico instante que recordaría durante todos los años de matrimonio con Luz fué cuando nexus6, por fin, descubrió el medio definitivo para conseguir que su mujer no le replicara, por la imposibilidad fisica de que saliera sonido alguno de su boca.

Poco más se puede contar de su vida. Se hizo psicoanalista y pasó el resto de sus dias durmiendo mientras sus pacientes desde el diván le largaban el rollo de su triste infancia, con el convencimiento de que en aquella consulta las ultimas palabras siempre las iba a decir el: "son doscientos euros".

Su epitafio es la curiosidad del cementerio de Lapiara de la Sierra: "silencio, por favó".