Ahinoa, reportera dicharachera.

Siguiendo con nuestro proposito de poner al dia la cartera de pedidos, de entre las miles de peticiones que podrian haber llegado hemos escogida esta, porque precisamente esta en concreto tuvo el buen gusto de llegar.

Hola, mi "nombre es Ahinoa" y me gustaría tener mi biografia alternativa. 

Estas son caracteristicas más relevantes que me describen:

- Apasionada por su trabajo como reportera
- Ordenada y sistemática
- Disfruta de buenas copas y compañia.
- Cuenta habilidades de baile, sin igual.
- ...

Una descripcion inquietante, sobre todo por esos puntos suspensivos que invitan a imaginar cosas distintas, cosas bizarras, cosas radicales... cosas como lo que viene a continuación, sin ir mas lejos.


Ahinoa, reportera dicharachera.

Muchos recordareis que el regalo estrella de las navidades del 2005 fué la archiconocidísima "Ahinoa, reportera dicharachera". Esa genial muñeca equipada con su pequeña cámara de medio milimegapixel completamente operativa, su minúscula grabadora precargada con fragmentos de conversaciones reales entre promotores y concejales de urbanismo, y sobre todo su completo kit de vestuario, se hizo omnipresente en todos los hogares. Aquel año no hubo mejor regalo para preadolescentes con coletas, sobrinas de esas que ya-tienen-de-todo y friquis coleccionistas de cualquier edad.

Pero pocos conocereis la verdadera historia de esa muñeca que con sus espectaculares ventas consiguió mojarle la oreja a las barbies, las bratz y las muñecas de famosa que consiguieron volver del portal. Tras un extenso trabajo de campo en Alicante (porque los reyes vienen de oriente, pero los juguetes de Alicante) en el que nuestros equipos de investigacion hicieron unas pelillas podando palmeras, obtuvimos fondos para financiar la reinvención de esta biografia de tan famosa muñeca, una larga e interesante historia que comienza hace unos años en la refineria de Puertollano...

Alli, entre conductos y torres de destilación, nace realmente Ahinoa, subproducto de una reacción química que da lugar a la masa informe de plástico de baja calidad con la que se rellenan los moldes que dan su forma a nuestra querida protagonista. Un poco de pelo implantado por aqui pero no por allá (cosas de muñecas, ya se sabe), un par de ojillos de plastico hábilmente incrustadas en sus órbitas por algún Barraquer de tres al cuarto, un churretazo de pintura a pistola y poco mas que contar. Fiesta del pijama con las compañeras de pallet en el almacén, aburrimiento en una estantería hasta que un padre indeciso la echa al carrito, peripecias varias en manos de alguna mocosa y entierro mas o menos decente en el contenedor verde (¿o era el azul el del plastico...?). Fin de la historia.

Vale. Hemos dicho fin de la historia. Para ya de leer, puedes dedicarte a otra cosa.

Vaya, con la de cosas que tendrás que hacer, y tu aqui, leyendo como un idiota. ¡Que esto se ha terminado!. Fin de la historia. Ter-mi-na-do. Punto.

(-Tio, aqui pasa algo, la gente sigue leyendo)

(-Joder, repasa, igual se te ha olvidado algo)

(-No, esta todo, lo de hacer publicidad de la refineria... lo de Barraquer... el temita de las palmeras que le gustaba al jefe... a no ser...)

(-¿Como que "a no ser..."? ¿Ya estamos como siempre? ¡Lo del nombre! ¡Te has dejado lo del nombre! ¡Hay que joderse! ¡Espabila, tarado, que en una de estas acabamos todos en la puta calle!).

Deciamos, querido lector, que pocos conocereis la verdadera historia de Ahinoa, porque no mas de tres personas asistieron a la reunion secreta donde aquella muñeca periodista que habían diseñado los creativos de la empresa recibió, finalmente, su nombre. Allí estaban el director de marketing, el director comercial y el gerente, pero como este último estaba colgado al movil todo el tiempo y no se enteró absolutamente de nada, nos falta todavia una persona. No cuenta. Nos falta la tercera persona. Y esa persona no era otra que Bernarda, la limpiadora, que andaba por allí recogiendo pelusas y vaciando las papeleras.

La reunion se prolongaba mas allá de las dos horas sin tener pinta de llegar a una conclusión: Tras analizar cientos de nombres, que si Rebeca, que si Jenifer, que si Maripepa., nadie se aclaraba. Hasta que Bernarda, que andaba en sus cosas ajena a aquella confusa conversacion, se quedó contemplando a la muñeca innombrable y exclamó: "Nosajodío la muñeca, pero si es clavadita a la Ahinoa".

-¿Como ha dicho?, exclamaron al unisono.

-Pos eso, que la muñeca esa es clavadita a mi amiga Ahinoa, la reportera.

-¿Reportera? ¿Como que reportera? ¿Es que tienes una amiga periodista?

-No, ¡que va!. Le decimos la reportera porque trabaja de portera en dos comunidades, en una hace las mañanas, y en otra las tardes. Re-portera. La crisis, ya saben...

Y mientras Bernarda volvía a su trajín habitual, las mentes pensantes terminaron de darle vueltas al nombrecito, hasta que finalmente el gerente, entre llamada y llamada, sentenció: "Ahinoa, reportera dicharachera", así, como quien no quiere la cosa, dejando para la posteridad uno de los mayores exitos publicitarios de la historia. Fin de la historia, esta vez si.

(¡repasa, tarado!)

Esteeee, bueno, claro, falta el epitafio. De aquí no sale nadie sin su epitafio correspondiente. Norma de la casa.

Pero las muñecas no tienen epitafio, vamos, en la mayoria de los casos no tienen ni entierro, aunque... siempre podemos imaginar una caja troquelada en un contenedor de basura donde esta escrito en letras rosa fluorescente:

Ahinoa, reportera dicharachera.

-La apasionada reportera de tus sueños, con minicamara y grabadora.
-Ordenada y sistemática: vive sus aventuras.
-Ahinoa puede bailar. Pilas no incluidas.
-Disponible "Aitor, eterno candidato", su compañero ideal para tomar copas. Copas no incluidas.

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