Nowomowa

La de Nowomowa es una historia especial y diferente, digna de ser escrita, y posiblemente de ser leída. Nowomowa es un hombre atrapado en un cuerpo que no le correspondia. No, no se trata de una cuestion de género; eso hoy en dia no es un hecho extraordinario sino algo que se arregla con un tijeretazo y un par de tubos de silicona. Chapa y pintura.

Seguidamente veremos como el mundo se asombró al descubrir que la graciosa e inofensiva apariencia de un siames de rabo corto era el continente exterior de una personalidad humana totalmente desarrollada: Nowomowa. Pero no avancemos mas, porque toda historia tiene un principio...


Verano de 1975. Nuestro protagonista viene al mundo ocupando el cuarto lugar, por orden de salida, de una camada de seis preciosos felinos. Su madre, una siamesa que vivia en acogida en el hogar de una familia de clase media, tuvo la desgracia de irse de farra con un gato atigrado que, dias mas tarde, no quiso saber nada mas de ella.

En aquellos primeros dias oscuros y calidos, recogidos cariñosamente por su madre, sus hermanos, a los que denominaremos por su numero, empezaron a tratarle cierto recelo: aunque no veian un pijo, algo se olian...

Gato 2: Miau. (Fijate el 4 como mama. Sera joputa... deja algo para los demas)
Gato 5: Miau. (Se pasa el dia enganchado mamando el muy abuson).
Gato 1: Miau. (Y ademas siempre se coge la segunda tetilla de la izquierda, justo la que yo me habia pedido).
Gato 4: Miau. (Anda y sus jodeis, mamones).
Gato 3: Miau. (Mami, mami, el 4 se esta metiendo con nosotros).
Gata: Miau. (Como me pongais de mala leche, os vais a tirar una semana a base de yogur)

Dias mas tarde Gato 4 abrió por fin sus ojos y pudo ver la luz por primera vez en su vida. El panorama era alucinante: Estaban en un recipiente que poco a poco fue reconociendo como una cómoda cestita, sobre la que había un papel en el que pudo reconocer la siguiente frase:

"SE REGALAN GATOS".

En ese momento Gato 4 adquirió conciencia de si mismo y de su extraña condicion. Pensó: Joder, ¿como es que se leer? ¿Y como es que me doy cuenta de que se leer? ¿Y como coño se lo que es leer, si soy un puto gato? ¿Y, sobre todo, quien me esta pisando el rabo?

Estando en estas trascendentales disquisiciones, sintió de pronto un pellizco en la piel de la nuca (y decian que esto no dolia...) y de pronto vió alejarse a sus hermanos, para siempre, mientras se elevaba hasta llegar al regazo de una pecosa niña pelirroja con uniforme de colegio de pago.

-Niña: Mami, quiero este, el del rabo corto... mira que gracioso... ¿a que nos lo podemos llevar a casa?

Como somos conscientes, querido lector, de que conoces el tremendo poder de las lagrimas de una niña caprichosa, nos ahorramos la discusión subsiguiente, cuyo resultado inevitable fué que el gato aquella noche durmió en una cesta en casa de la niña.

Mientras, las preguntas se agolpaban dentro de su cabeza felina: ¿Quien soy? ¿Y que hago en este cuerpo? ¿Será verdad lo de las siete vidas? ¿A que sabe el Whiskas?. Por mas que hizo conjeturas no llegó a encontrarle sentido alguno a aquella situación. Así que intento comunicarse:

-Gato 4: Miau. (Eh, oigan, aunque no lo parezca soy un tio, una persona... creanme...)
-Gato 4: Miau. (Tú, niña, deja de acariciarme el lomo, que me jode eso. Que soy un tio, coño, ¿es que no te das cuenta?)
-Gato 4: Miau. (Mira, niñata, ¿que no te lo crees o que? Que aqui dentro hay inteligencia humana. Si, hu-ma-na. Mira, como en Contact, voy a hacer los numeros primos con golpes de patita... cuenta, coño... mira, el dos... el tres... el cinco...)
-Niña: Mami, mami, el gatito no para de maullar y esta haciendo cosas raras con las patas.
-Madre: Va a ser que tiene hambre. Ponle un plato con leche.

Aquel gatito iba a convertirse en un nuevo miembro de la familia, así que habia que ponerle nombre. Tras arduo debate, las propuestas finalistas eran: de la madre, "Loewe"; del padre, "Garzon"; del hermano mayor, "Peta"; de la niña, "Nobita". La decisión final llego a un camino sin salida: ninguno de ellos queria renunciar a sus pretensiones. No habia alianza posible. Cuando parecia que nada podia romper aquel estancamiento, quiso la casualidad que a Gato 4 le vinieran unas repentinas ganas de potar una bola de pelo.

De repente, se quedaron todos mirandole mientras se le arqueaba el lomo y finalmente, con mucho esfuerzo, logró sacarse aquello del esófago haciendo un ruido de regurgitación que todos, al unisono, imitaron como si se tratara de una inspiración sublime: "Nowomowa".

Desde aquel momento Gato4 pasó a llamarse Nowomowa.

Aquel hecho marcó un hito importante en la vida de Nowomowa; por una parte, tener un nombre le convertia en animal de compañia de pleno derecho en aquella casa, por otra, tuvo que desistir en el futuro de la comunicación verbal con los humanos: ya le habia costado cargar con aquel nombre toda su vida (el definitivamente hubiera optado por "Loewe").

Pero su condición le impelía a intentar comunicarse con otros humanos, poder revelarles que era un hombre atrapado en aquel cuerpecillo y que necesitaba salir de alli, hablar, sentirse persona, respirar, vivir y, sobre todo, mear de pié. ¡Cómo echaba de menos mear de pié!

Primero lo intentó con el padre. Como era el encargado de cambiarle el cajón, se dedicó a escribirle mensajes en la arena; primero puramente informativos: "no soy un gato", "puedo pensar" o "3,1415926", tratando de que se percatara de su inteligencia; pero despues, ante la falta de respuesta, subió el tono de los mensajes con cosas como "o me haces caso o me cago fuera" o "igual eres tan idiota que no sabes ni leer"...

El unico resultado tangible fúé que el hermano mayor estuvo un mes sin jugar a la videoconsola: Su padre había sacado la conclusión logica de que el jovenzuelo le estaba tomando el pelo escribiendo gilipolleces en el cajon de arena.

El segundo intento fué fruto de la casualidad, y tuvo como objetivo a la madre. Ocurrió una tarde cuando ella contemplaba absorta a Nowomowa jugando con un ovillo de lana (Cuando se esta atrapado en el cuerpo de un gatito es inevitable sentirse atraido por ese tipo de cosas); eran tan escasos los momentos en que alguien le dedicaba algo de atención que Nowomowa pensó que tenía ante el una oportunidad única que no podía dejar escapar. Pensó rapidamente cómo sorprenderla, y pronto se decidió: Utilizando sus afiladas uñas se entregó pacientemente a la labor de confeccionar un pequeño jersey de lana con aquel ovillo, cosa que pudo terminar en doce minutos ante los ojos de la madre que le miraba atónita y sin poder siquiera parpadear.

Cuando terminó, satisfecho, seguro de haber hecho algo materialmente imposible para un inocente gatito, algo que sería seguramente la prueba incontestable de sus dotes humanas, se puso a gritar de satisfaccion.

-Nowomowa: Miau. (Mira, idiota, mira lo que he hecho, con mis propias manitas...)
-Nowomowa: Miau. (¿Qué, te crees todavía que soy un simple gato, o no?)
-Madre: Niña, el gato no para de maullar. Ven a ver que le pasa, que yo no llevo las lentillas puestas ...
(aparece la niña en la cocina)
-Niña: Nada, mami, no le pasa nada. Esta ahí tranquilo jugando con el jersey del Geyperman.
-Nowomowa: Miau. (Hay que joderse)

El tercer intento fué causado por la desesperación. Aquella vida de gato le resultaba totalmente frustrante a Nowomowa, y solo pensar que cuando muriera aún le quedarían otras seis lo volvia realmente loco.

Pasaba los dias en vela y las noches persiguiendo a las gatas por los tejados con toda naturalidad, consciente de que con aquella apariencia nadie podría acusarle de zoofilia. Era presa de tal inquietud que no paraba ni un solo momento. Pero en sus constantes idas y venidas nunca habia reparado en la pequeña biblioteca de la casa, hasta un dia en que un escurridizo ovillo de lana vino a parar justo debajo de aquellas estanterias.

Se puso a consultar los titulos con curiosidad y comprobó, con desencanto, que no habia mas que pequeñas enciclopedias de cocina o de bricolage, una coleccion de unos sesenta libros encuadernados en simil piel con los titulos en letra dorada de los que solo les habian quitado el plastico al Decameron y al Kamasutra, y una variada muestra de lo peorcito que se vendia en las gasolineras y mercadillos. Pero un voluminoso ejemplar cautivó repentinamente su atencion: "Hágase ventrilocuo en 21 dias".

Se alzó como pudo e hizo caer ese libro al suelo; comenzó a pasar las paginas primero con interés, luego con sorpresa y finalmente con determinacion: Aquel era el medio definitivo para poder comunicarse con los humanos.

(continuará...)

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