La increible historia de Blas Tardo, magnate de la aviacion civil.
En lo mas profundo de una noche de invierno de 1972 un antiguo DC9 despega del aeropuerto de Barajas, dejando tras de si una estela de decibelios que ensordecen al barrio situado inmediatamente despues del final de la pista. En uno de esos aticos baratos las paredes amenazan con venirse abajo por culpa de la vibracion y el ruido, causados en parte por aquel reactor cargado de recien casados destino a Mallorca, y en parte por el constante golpeteo contra la pared del cabecero de la cama donde una pareja se entrega al mas completo desenfreno aprovechando el ruido del avion. Nueve meses mas tarde, cuando aquellas parejas ya se habian deshecho hacia tiempo de las ultimas ensaimadas, nace Blas.
La proximidad al aeropuerto dejó una profunda huella en su infancia. Fueron años de necesidades y carencias para los niños de aquel barrio, que se hacian patentes cada vez que pasaba sobre sus cabezas un lujoso reactor con asientos lujosos ocupados por lujosos pasajeros, interrumpiendo sus juegos para recordarle a Blas que no podia pasarse el resto de su vida en el arroyo cazando ranas para diseccionarlas, máxime cuando descubria que la causa de la muerte de cada una de esas ranas era, inevitablemente, la propia disección. No, Blas nunca llegaria a ser medico forense.
Y como no servia para ninguna otra cosa, decidió hacerse piloto. O en su defecto controlador aereo.
Así se forjó su caracter: duro, inquebrantable y mezquino. Sobre todo mezquino. Tan mezquino que pronto escogió entre sus pocas opciones de futuro y se hizo controlador aereo.
Su formación consistió a partes iguales en teoria y practica. La teoria consistia en el estudio de la legislacion laboral, la huelga y su circunstancia, convenio sectorial, estrategias de presion sindical y organización de piquetes y grupos de presion. La práctica se basaba en el aprendizaje del uso de la maquina del cafe, el correcto doblado del periodico, algo de origami (nivel basico: la pajarita, la flor con servilleta de papel cuadrada y el avion de papel de toda la vida) y excepcionalmente, para completar el programa de formación, dos horas mensuales no lectivas de toma de contacto con la pantalla redonda con etiquetitas.
Tras terminar sus estudios con un expediente brillante, no porque sus notas fueran muy allá, sino mas bien porque al recogerlo se fue a celebrarlo con otros controladores y le cayo encima un caziquecola, dotandolo de una patina pegajosa y brillante que no salió ni con misterproper, Blas se planteo empezar a buscar trabajo, sin mucho éxito.
Tuvo que esperar años hasta que quedó una vacante, precisamente en el aeropuerto de Barajas donde uno de los controladores de plantilla consiguió, por fin, su más ansiada promoción: la incapacidad laboral permanente por desgaste testicular irreversible. Una secuela lógica de tantos años tocandose los buñuelos.
Así, una mañana de invierno de 1996 asistió a la incorporación de Blas a su primer puesto de trabajo: piquete de segunda en la puerta trasera de la torre de control. Con gran dedicación, en ese su primer dia de trabajo, y en los meses que estuvo en ese puesto, se empleó con el máximo celo a impedir el paso de todo bicho viviente a aquellas pantallas redondas. Con excepción, dicho sea de paso, de Juana la limpiadora, que atendia a los servicios minimos del control de tráfico aereo del aeropuerto.
Finalizada aquella huelga, Blas fue trasladado temporalmente a una triste mesa delante de cuatro de aquellas extrañas pantallas redondas. Pronto descubrió, frustrado, las graves carencias de su formación: las pajaritas de papel siempre le salian cojas. Así que empezó a movilizar a sus compañeros para hacer una huelga y forzar al ministerio a racionalizar el plan de estudios. "Más origami y menos pantallas verdes con etiquetitas", fué el slogan de la huelga.
Aquella iniciativa le hizo promocionar rapidamente en el sindicato. Tanto, que en solo un par de años se convirtió en liberado sindical, lo que supuso una increible mejora de sus condiciones laborales: en vez de tocarse los buñuelos en la torre de control, podia tocarse los buñuelos en casa, a pleno confort, salvo el fastidio de tragarse una hora al mes de videoconferencia para las reuniones del comite de empresa.
Una tarde de invierno de 2001 fue testigo del mayor de sus logros en las condiciones laborales del sector: el despido de Juana, la limpiadora, y de todas las otras limpiadoras aficionadillas a controlar el trafico aereo, por intrusismo. A partir de ese momento, para entretenerse con aquellas pantallitas habia que ser, por lo menos, conserje.
Desde entonces el trafico de aviones se ha convertido en algo mucho mas seguro. Siempre ha sido un milagro que no choquen en el aire, pero por lo menos ese milagro esta en manos de personas con la cualificacion minima de conserjes, lo que no deja de ser una garantia. Y libera a los controladores para que se realicen personal y profesionalmente haciendo huelga cada vez que les viene en gana.
Blas Tardo es, ademas, conocido como autor de exito de libros sobre origami/papiroflexia, con titulos como "Aviones de papel para torpes" o "La pajarita de papel y su puta madre", editados por AENA.
En uno de los prologos de sus libros ha dejado escrito su epitafio para la posteridad: "¿Meidei? ¿Que es eso de meidei?".
*Fe de erratas: nos consta un error tipografico en el titulo, donde dice "magnate" deberia decir "mangante".
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